Del que es difícil sustraerse en el interior de un hayedo, sea cual sea la época en que se visite.
El verano y sus infinitos matices de verdes que tiñen el agua y el propio ambiente, ofrecen momentos de refrescante solaz.
Una imagen clásica pero exquisitamente realizada. Y esa luz es de fábula, como si estuviese viva, estupenda metáfora sobre la vitalidad del verano. Además, las hayas son fotogénicas a rabiar, incluso sin niebla, aunque - como todo - hay que saber fotografiarlas. Tú ya tienes un master de décadas al respecto.
Salvador Solé Soriano :hace 7 años
Le estoy, a usted, llamando sabio. Y aprovecho para recordarle que la sabiduría es una de las pocas ventajas que nos trae la vejez. Y no a tod@s, u otro gallo nos cantase...
Salvador Solé Soriano