Patria móvil
Aunque, al llegar a Europa, probablemente las condiciones de vida de muchos emigrantes mejoran en comparación con las de sus países de origen, distan mucho de ser envidiables. Hay gente que denuncia las subenciones que, en algunas autonomías, reciben. Y aun así ¿se cambiarían por ellos esas almas justicieras? ¿Dejarían a su familia y a sus amistades a miles de kilómetros y, sin saber cuando podrán volver a reunirse con ell@s, se abrirían paso en un país con otra lengua, otra cultura y escasa simpatía por extranjeros tan cortos de dinero?¿Las subenciones les compensarían de todo ello? Y si son musulmanes, aunque solo unos pocos tengan delirios radicales ¡Qué mal se los mira y que injustamente se los teme! No, no son mis hermanos, solo parcialmente me veo en ellos, sus creencias no son las mías y seguramente sus sueños tampoco. Pero son personas y no vienen aquí de vacaciones. Algun@s se adaptan y triunfan, a su manera, pagando precios difíciles de medir. Much@s se llevan el chasco de sus vidas y quedan atrapad@s en un entorno donde no encajan, cual gota de aceite sobre agua. Una gota que siempre está en peligro de hundirse. En esa tesitura, puede que el teléfono sea el nexo más eficaz del que disponen para mantenerse conectados a todo lo que dejaron atrás. Así los ves tan a menudo, buceando en su patria móvil…
Cámara Canon Powershot G12, a pulso.
Iso:80
Exposición (v):1/20 de segundo.
Apertura (f):4.5
Antonio Cuenca. vaya