Azulejos en la Alhambra
Hay quien dice que los alicatados de la Alhambra obedecen a fórmulas matemáticas. Bueno, sobre gustos o creencias, no hay nada obligado. Otro tema distinto es, caso de ser ciertas tales suposiciones, qué significan estas fórmulas matemáticas; si son simplemente un método para cubrir superficies o enseñan algo, es decir, si tienen su propio mensaje.
El tema crea numerosas polémicas entre los investigadores. El especialista Oleg Grabar habla de formas esencialmente decorativas que crean un entorno en donde se trastocan las formas perceptivas habituales (un juego de positivo negativo que puede cambiarse en cualquier momento que provoca una sensación de inestabilidad, de fugacidad, de cambio en el espectador). Otros como Lomba o Vilches relacionan esta geometría con la música (que en el fondo es pura matemática) y buscan sus antecedentes en las tradiciones pitagóricas recogidas en el ambiente helenístico de Damasco en tiempo de los Omeyas (siglo VII-VIII).
Según estos autores, la decoración geométrica generaría una especie de ritmos interiores (un "tam tam" continuo) al que la contempla (¡ojo!, el que la contempla, no el que la mira apresuradamente) que transmitiría una sensación de paz y, en último extremo sería el trampolín para meditaciones superiores.
MarÇais o Titus Burckhardt coincide en esta idea y la conecta con las prácticas sufíes en donde la danza rítmica (los derviches), o la salmodia (recitación) del Corán son técnicas utilizadas por los sufíes para alcanzar la iluminación (el llamado tafarruy, algo muy semejante a lo que ya hablábamos en el zen o la mística).
En fin, teorías aparte, a mi me resultan preciosas las combinaciones de color y la armonía que muestran. Me gustaría saber qué hubiera opinado Miró al respecto.
Un saludo
Salvador Solé Soriano