Aunque las cabezas de ambas urracas han quedado estorbadas por todo el feo tinglado (ya es casualidad, caramba), el Busardo ratonero (antes llamado Ratonero común, pero nunca aguilucho, pues lo aguiluchos son rapaces de otro género; el Circus) está de lo más digno y bien plantado. Él salva la foto. Las urracas, con el poco común despliegue de color de una de ellas (que rara vez se aprecia), quedan en segundo plano. Pero ilustran cómo acuden a donde hay rapaces para echarlas de su territorio. Aunque, de momento, no parecen estarlo consiguiendo.
Salvador Solé Soriano