Doméstico pero ártico
El tema del gato en la ventana es un clásico. La estampa ortodoxa requiere además unas flores como contrapunto al sujeto. En la isla de Saint Paul (Archipiélago Pribiloff, Alaska) las flores son algo visto y no visto ya que la temporada adecuada para que, aquellas que se han adaptado a tan riguroso clima, florezcan, es bien corta. A finales de Mayo solo encontramos los cadáveres de las del año anterior, pues todavía no había llegado aquí la primavera. Las únicas que vimos son las que estaban estampadas en esta humilde cortina ante cuya ventana descansaba un gato con cara de pocos amigos y muchos años en su haber. Al menos, allí donde perdió el pelo, la piel hace juego con los visillos...
La Isla de Saint Paul está habitada por aprox. 400 esquimales de la etnia aleutiana que, aunque cristianizados y con pasaporte norteamericano, se resisten a abandonar la inclemente tierra de sus ancestros. Un lugar perdido en el Mar de Bering donde en Mayo las flores todavía no pueden brotar, no es un paraíso para nadie, pero abandonar ese rincón del planeta significaría perder las raíces y el orgullo de una cultura milenaria.
Cámara Nikon D300 con objetivo Sigma 150-500 mms. f:6.3 a pulso. El procesado tiene un leve toque de HDR para resaltar texturas y volúmenes sin perder detalle en zonas claras y oscuras.
Marcelo Calviello