Homenaje
En nuestras civilizadísimas latitudes, cuanto más sofisticadas las máquinas, más frágiles y caducas se vuelven. ¿Quien no se ha mesado los cabellos cuando, en virtud de una electrónica incomprensible, el coche no arranca, o no indica el nivel de combustible, etc…? En un mundo dominado por la deshonestidad y la obsolescencia programada somos víctimas de un mercado que nos toma el pelo, por decirlo sin usar palabras obscenas. Punto y seguido. El año pasado,en Perú, al llegar a Puno desde Cusco, falló el cambio de marchas del coche que el colega de un colega de un amigo nos había alquilado. De milagro alcanzamos un taller mecánico y les presentamos el pastel. Pocas horas después, nos comunicaban que un engranaje había llegado al final de su vida útil y que, por tratarse de un coche americano (no japonés), carecían de piezas disponibles; las que podían conseguirse en Lima tardarían dos días en llegar y, además, serían caras de narices. Viendo que se nos planchaba la última parte de las vacaciones, el mecánico se ofreció a reconstruir el engranaje ya de noche, a mano, soldando acero, limándolo y dejándolo listo al día siguiente por 80 € (que asumió el dueño del vehículo por alquilárnoslo en mal estado). Llegué a ver cinco personas trabajando en la operación de extraer y recolocar la enorme caja de cambios (era una Pick-up 4x4). Dimos una propina de 50 soles (de nuestro bolsillo) y - porque todavía me parece poco - subo la anécdota a FotoRed para homenajear a un tipo de artesano que, en este lado del mundo, se ha extinguido o, más bien, ha sido exterminado por una política tecnologica muy pija, muy cara y mejor publicitada que diseñada.
Cámara Canon PowerShot G12 a pulso, HDR Efex Pro y proceso posterior con PhotoShop.
Jorge Suárez