A la arquitectura defensiva de El Morro, toda ella piedra y líneas rectas, se le opone el desordenado grupo de personas que dinamizan y humanizan la imagen con sus diversas actitudes. Incluso el que ha bajado al pie del desnivel, aunque contrasta poco, llama la atención por hallarse solo y quedar aislado del grupo. Buena composición, rica en elementos que, a pesar de ser numerosos, quedan bien distribuidos.
Salvador Solé Soriano