Picovaina de Malvinas (Pale-faced Sheathbill)
Foto tomada en Puerto Deseado, Patagonia Argentina.
También conocido como “Paloma antártica”, el Picovaina de Malvinas (Chionis alba) quizás sea el más extraño habitante litoral de la Patagonia, la Antártida e islas circundantes. Su aspecto resulta engañoso porque no tiene ningún parentesco con las palomas si no que pertenece al gran grupo de las limícolas (Charadriiformes). Y, aunque su inmaculado plumaje inspira ideas de pureza, los picovainas son inveterados carroñeros. A su cargo se halla la limpieza de cualquier porquería (restos de comida, partes nutritivas de excrementos, placentas de leones marinos, cadáveres…) que contamine las colonias de aves o mamíferos marinos. Su labor al respecto es necesaria aunque también depredan sobre huevos y polluelos recién eclosionados. El mar antártico es generoso en pesca y por ello tanto pingüinos como mamíferos marinos pueden sobrevivir allí. Sin embargo, aunque habita la costa, el Picovaina es un ave terrestre que no pesca y ni siquiera puede posarse sobre el agua así que aprovecha todo aquello que, incluso para un carroñero, resulta remotamente comestible, incluidas las algas. En esa fría región, los Abanto-marinos (petreles gigantes), los Págalos y las Gaviotas se llevan la parte del león en cuanto a cadáveres, crías y pollos de especies marinas así que los Picovainas - más pequeños y menos agresivos que sus competidores - se sustentan con los restos que los piratas mayores desprecian. Como vida para una paloma, no cuadra…
Cámara Nikon D2X con objetivo Sigma 50-500mms. f: 5.6-6.3 a pulso.
Luis Felipe García Bergara